Sanare…El Rincón de las Zaragozas y Las Golondrinas

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Sanare: El Jardín de Lara; es un secreto a voces. Un pueblo encomendado a Santa Ana, reconocido por todos, pero no tan disfrutado. Para los amantes de la naturaleza es la ciudad que antecede el Parque Nacional Yacambu con su siempre inconclusa represa destinada a surtir de riego al Valle de Quíbor y mas allá.  Para los agricultores es una zona cafetalera por excelencia. Para los aventureros es la Ruta del Café. Para los folcloristas es el asiento de la Fiesta de las Zaragozas en honor al Día de los Inocentes (28 de diciembre). Para los sibaritas es el asiento de un sin fin de posadas de altísimo estándar.

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Sanare esta aproximadamente a 40 minutos de Quíbor. La subida es hermosa. El clima y la vegetación cambia de a metro. Primero del beige al verde. Luego comienzan a bajar los grados. Desde Quíbor se avistan los viveros, donde se siembran tomates y pimentones, sin químicos.

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En esta oportunidad, revisitamos el Rincón de las Golondrinas, una posada asentada en una hacienda cafetalera un poco más allá de Sanare, en Caspo sector La Pastora. El camino está poblado por yagrumos, el alimento favorito de nuestro oso: el Frontino, y helechos arborescentes de más de 400 años. Se asciende hasta 1850 msnm, para luego descender. La Posada está a 1400 msnm, con una temperatura que se tiempla de noche por debajo de 18 grados. El café se recoge entre octubre y diciembre, bajo la sombra del bucare y la guama.

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Hay cabañas y habitaciones, con una vista que se pierde en el horizonte, que rebota en algún Bucare o que se mece enun embudo de brisa entre las montañas que flanquean al valle. En sus predios hay una cascada, que sirve de refugio a las golondrinas; aun cuando solo me las tope en el imaginario. Tiene un chorro vigorosamente helado, y esta arrinconada entre paredes de piedra que le otorgan un halo misterioso. La Posada es atendida por su dueño; el carismático Pedro; asistido por lugareños. La comida es caserita y de muy buena sazón. Fue nuestro campamento base para conocer a  Las Zaragozas.

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La bienvenida fue entre zumbidos. Una chupina o colibrí aletea  a 70 revoluciones por segundo. Es la excitación del néctar que florece por doquier. Su vuelo se estrella contra un ventanal, que funge de vitrina para una galería de arte muy bien “curado” en el sitio más recóndito e inimaginable.  Su inconsciencia reposa en la palma de mi mano. Sus garras están aferradas a mí. Sus ojos están entreabiertos. Mi instinto le transfiere calor y aliento de vida. Poco a poco se fue irguiendo, hasta que se zumbo a volar. Final Feliz.

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Las caminerías están muy bien empedradas desde la posada hasta La Cascada o El Chorro como lo llamaban los originarios. Hay bancos por doquier para contemplar el paisaje o meditar. Existe hasta un espacio para la práctica del tai chi. No estamos solos, las mariposas azules zigzaguean sobre los senderos.

Llego la hora de disfrutar nuestra venezolanidad sin caer por «inocentes» con las Zaragozas, Locas, Locainas o Fiesta de los Santos Inocentes. No le queda claro, ni a los cronistas el origen de la tradición. Lo que no cabe la menor duda es el fervor y agradecimiento a Dios de parte de un pueblo que canta, baila y paga sus promesas con devoción.

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Es una festividad con muchísimo colorido y jovialidad. Un ambiente muy sano (no había expendio de licor), con mucha seguridad, al menos durante el día.

El inicio o “rompimiento” comienza al alba con un café espabilante; en casa de La Capitana;  donde los disfrazados, el conjunto, los portadores de banderas, estandartes y del cuadro que remembra lo sucedido cuando Herodes trato de asesinar a Jesús; salen desde la iglesia de San Isidro, dirigiéndose a la iglesia de Santana, donde se oficia la misa. Luego de la misa tienen la libertad de deambular y mezclarse con los visitantes. Todos los disfrazados son ‘hombres”; mosca pues. El “encierro” solo ocurre con el crepúsculo.

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El hasta luego fue en Quíbor, en el Restaurant Las Nuevas Breñas con su especialidad: conejo deshuesado a la brasa; sentados sobre artesanía de la zona expresada en sillas inmortales de madera autóctona: curari.

Por supuesto me traje par de matitas de café, esperando que florezcan en la “gAtonera”, aún bajo el acoso incesante de nuestros gatos siberianos.

Gerardo Antoni Taborda (gAt)

 

DATOS y Denuncias:

Posada El Rincón de las Golondrinas.

Salir de Sanare buscando la Represa. Hay un desvío señalizado para llegar a El Rincón de las Golondrinas. Luego del desvío son aproximadamente 10 km, de los cuales 7.5 km son de grava. En verano es para todo público, a pesar de la percepción de que está limitada para rústicos. En invierno es harina de otro costal. No hay señal telefónica de ninguna operadora, un poco después de abandonar Sanare.

Vialidad

La vía entre Bejuma y Valencia, está en muy mal estado. No tiene demarcación, y pululan los huecos. La Autopista Regional del Centro (ARC) está muy bien demarcada.