Kitty …la Princesa Latera … en tu memoria

Escribo con una mezcolanza de dolor, frustración y rabia…

Kitty llegó desde un Centro de Adopción. Tenía los zarpazos de la calle, y una que otra malandrería de latera; a pesar de su corta edad. Dos meses evidenciados por los molares y caninos como dagas en ejercicio. Era Mestiza..como todos nosotros ¿Algún problema?…

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Tenía la belleza felina y la esbeltez del hambre. Calzaba con holgura los primeros collares de Sasha Sofia; nuestra siempre presente Persa Himalaya. Rrrrronroneaba como un motor fuera de borda acompañado de maullichillidos ante cualquier muestra de cariño; lo cual siempre recibió en exceso.

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Pasó su primer control veterinario con honores. La trasladé como un marsupial, con su cabecita asomada desde mi koala. Una que otra pulga, y efectos menores del agua empozada…eso nos hicieron creer en el Centro Veterinario La Gata.

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Quisimos compartir precozmente nuestras fuentes de alegría. Qué mejor sitio que Chichiriviche de La Costa, para ejercer su escarbe, y llenar sus azulejos de mar, brisa y la recompensa de la pesca. Hasta se comió su primer pescado..sancochado..atrapado por los lugareños; y lo durmió sobre mi «pomposa» siesta. Socializó hasta con «Atila», el hijo impetuoso de Israel y Johana; los artesanos de la playa.

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Su Buena Vibrrrrrra se mantenía incólume, aun cuando tuvimos que hospitalizarla. Las bacterias heredadas del refugio le hicieron perder gran parte de su minúsculo peso. Nos la entregaron bajo un tratamiento desvastador. Nunca se recuperó. Fue una gatita faldera, buscando fuerzas a ras de nuestros tobillos; y con aires de periquito agarrada de mis hombros. Estaba urgida de liberarse de su orfandad a punta de cariño. Esperábamos verla cazando sonidos de pájaros, tremendeando con su primo «Marcus»; el siamés escalador de cumbres…de arbolitos de navidad y llenando de garras y mordisquitos cada rincón de la gAtonera.

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Ayer nos dejó en un sueño eterno.

Dolor por la pérdida, frustración por no haberle retornado la salud y rabia por las condiciones en que operan los Centros de Adopción; así como la negligencia de veterinarios inexpertos.

Nuestro único consuelo fue que recibió atención y amor del bueno hasta el último maullido..

Lástima que solo le dimos calidad de muerte y no de vida.

gAt

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