El Camino Real de El Carrizal.. Travesía desde Santa María de Canaguá (Barinas) hasta Gavidia (Mérida).

 

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Cuatro días de travesía, decenas de kilómetros, puentes colgantes y un desnivel desde los 600 msnm hasta los 3600 msnm; colmados de paisajes mutantes desde el pie de cerro andino hasta los páramos. Multidiversidad de aves e insectos, así como de flora. Agua a cántaros desde el cielo, la montaña y la turbulencia en ríos y quebradas. Posibilidad de alojarse en mucuposadas, con gente de la tierra; dispuesta, preparada y orgullosa de compartir lo suyo, lo nuestro. Este largo camino era utilizado por los indígenas del páramo para intercambiar sus productos. Con mucha suerte se pueden topar con un oso frontino. La nuestra alcanzó para divisar una pareja de gallitos de las rocas. Algo muy inusual. La travesía comienza en Santa María de Canaguà. Luego de más de 20 km se descansa en San José (El Ciénago), luego se continúa hacia Carrizal, Los Morritos y Gavidia. Una Experiencia ÚNICA y vitalizante.

Un agradecimiento muy especial a mis compañeros de viaje:

*Los arrieros: Eleazar y su hijo César.

*Los posaderos.

*Las Bestias: Guacharaca, Milagrosa y Condorito.

*Los SUPER GUIAS y AMIGOS para SIEMPRE: Ecio Wuilfredo Escalona Rojas y Reinhold Martinez

*A mi esposa: La Domadora de Bestias y afines…Soraya González Moret alias La Chipili.

 

Entre Dos Quebradas, con el agua al cuello.

Agua a la vista, al oído, al olfato, al tacto, al gusto. Desde la montaña, desde el cielo, cruzando la tierra. Múltiples puentes colgantes sobre cruces de río turbulentos lo evidencian. Algunos han sido arrasados, otros se han sumergido bajo las aguas.
Es la fuerza impecable de la naturaleza.

Era el primer día de travesía. Nos separaban más de 20 kms hasta San José (El Ciénago). El arriero nos azuzaba para que partiéramos a la brevedad. La noche había sido de lluvia copiosa. Amaneció despejado, pero estamos en invierno y si llueve en las cabeceras se requieren horas para que todo baje a su nivel. Nos sorprendió una crecida en Dos Quebradas, un valle por donde convergen dos cauces. Logramos sortear el primero. El segundo lucía intimidante. Parte del grupo había cruzado hacía un rato con las bestias y dificultad. Uno de los guías se percató de la crecida inminente y nos replegamos quedando en un islote entre la furia de las aguas. Donde habíamos estado minutos antes fue arrasado, al igual que el camino.

Solo quedaba esperar…bajo la lluvia. La lluvia cesó, pero no el ímpetu del agua, que arrastraba barro, troncos y piedras. Luego de casi dos horas se abrió una ventanita temeraria. Había que aprovecharla. De nuevo se anunciaba un temporal. Eran las 6:30 de la tarde. Los guías seleccionaron por donde pasar. No era posible tender una cuerda de lado a lado. Era muy ancho. Crucé el rio amarrado y con el soporte de mis bastones. En cada extremo un guía anudado a mi cuerda. Sin embargo la corriente me tumbó y casi me arrastró…sin consecuencias gracias a par de brazos que me rescataron y una cuerda bien ajustada. Hasta nuestros guías, que son rescatistas todo terreno lucían nerviosos. Al agua se le respeta.

Por supuesto me llevo lecciones de vida. En lo personal recomendaría que esta ruta se recorriera en verano, y siempre acompañado de guías con formación paramédica y rescate; así como de baquianos.

Solo me resta agradecer el efectivísimo profesionalismo de mis guías: Ecio Escalona y Reinhold Martinez, el arrojo del arriero y mi buena estrella.

@ecioescalona

@reinholdmartinez

Flora y Fauna.

Desde la partida (Santa María de Canaguá) la vegetación es densa. Estamos en los llanos altos de Barinas, en el pie de monte andino a 600 msnm. El recorrido nos llevó hasta El Alto de Micarache, en pleno páramo merideño a 3640 msnm. Tuvimos el privilegio de contar con dos guías con mucho conocimiento formal y vivencial de nuestra flora y fauna.

Fresas y moras silvestres, bromelias, helechos arborescentes, varios tipos de frailejones y por supuesto hortalizas y trigo por montón. Descubrí una pequeña planta, llamada «vinagreta» cuyo sabor al morder su tallo es IDENTICO. También el Guaje, una especie de Malanga con hojas inmensas, las cuales son utilizadas para envolver las hallacas. Tiene un tubérculo cremoso parecido al ocumo que es adictivo para los cerdos y afines.
Dentro de los insectos las mariposas, una lombriz roji-negra y arañas lobo (tipo de tarántula).También nos topamos con cangrejos de ríos, diferentes tipos de rana y un roedor que los lugareños llaman ratón de páramo.

La Joya de La Corona fue la observación de aves. No en balde uno de los guías es un dedicado observador.
No contábamos con equipo para fotografiarlos, pero si unos buenos binoculares, la vista aguda de Reinhold, su trinar, su conocimiento de los hábitos alados y hasta de sus cantos.
Su profesionalismo nos obsequió la siguiente guía de lo observado. Prescindo del nombre científico por razones de espacio.

– Piapoco gargantiblanco.
– Tilingo Multibandeado.
– Trogon Enmascarado.
– Halcón Macagua.
– Oripopo Cabecirojo.
– Zamurita
– Gavilán Pollero.
– Gavilán Habado.
– Zamuro Rey.
– Zamuro.
– Alcaravan.
– Cotorra Pico Rojo.
– Cotorra Cabeciazul.
– Urraca Azul.
– Ángel del Sol Cuelliocre.
– Colibrí Verde Colirojo – Saltarin Cola de Hilo.
– Atrapamoscas Jinete.
– Gallito de las Rocas.
– Cucarachero Currucuchú.
– Paraulata Morera o Siote.
– Candelita Migratoria (del Norte)
– Azulejo de Jardín.
– Canario de Tejado.
– Gonzalito.
– Conoto Negro.
– Pato Serrano o Andino.

Viviendo al gAt😸ral 🐛🦋🦀🦎🐦🦆🕷🌳🌼

 

Gerardo Antoni Taborda (gAt)

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