52K a los 53A … Ultra Race Reto Costero 2012

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El tiempo se acorta, la voluntad se mantiene.

Ha pasado casi un año de un retiro a mitad de camino por falta de energía.

Aun cuando el entrenamiento no fue acorde, lo volví a intentar animado por amigos inspiradores.

Litros de agua a la espalda, un desayuno energizante y un mejor descanso me hacen sentir victorioso.

 ¡¡Partida¡¡. Son las 3AM. Hay que ganarle al sol.

Una serpiente de luces intermitentes se desliza por la ladera.

La ruta de los 52 km. parte del Club Oricao, pasa por Chichiriviche de la Costa llega a Puerto Cruz y retorna.

Es un paisaje de montañas que se sumergen precipitadamente al mar. Es una ruta poco poblada.

El mar desvelado intenta despertar a la playa una y otra vez. A lo lejos los peñeros en clave morse.

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Ya son las 4:30 am. No hace falta reloj, los gallos claman por el amanecer. Sigo caminando.

Son las 8 y pico. Estoy a mitad de camino. El grupo de conocidos se dispersó.

Me sumerjo por diez minutos en el río con ropa y zapatos, vuelta y vuelta.

Estoy recargado para emprender el regreso. El sol evapora pero no hay vuelta atrás. El ánimo viene de adentro.

Empiezo a conseguirme los primeros derrotados: bajas de tensión, calambres, malestares estomacales, vómitos, ampollas, laceraciones,rodillas derrotadas están a la vuelta de la esquina esperando por el rescate.

 Mi ritmo baja, pero la determinación es más fuerte.

El sol inclemente resalta los azules del mar, los verdes de la montaña y el color arcilla quemada de mis brazos.

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Los descansos son mas frecuentes. Las sombras especies en extinción. Hasta me refugié en una tubería abandonada,

bajo una soñolencia que fue interrumpida por el alerta de un compañero ”Epa Tubero”.

Ya estoy llegando a Chichiriviche. He recorrido 42 km, casi 12 horas y aún me faltan 10km.

De vez en cuando las plantaciones de plátano delatan a campesinos solidarios que nos ofrecen”malta” y hasta una manguera refrescante.

Me encuentro en el camino dos jóvenes que asumieron el reto de los 80km, lesionados pero dispuestos a llegar. Son ejemplo a seguir.

Ya diviso la llegada. No siento dolor. Mis rodilllas operadas por abuso pasaron la prueba … otra vez.

Mi lesión cervical se quedó en la fisioterapia. Solo siento tensión en unas pantorillas que no dejan de moverse a voluntad de ellas,

unos pies sin color y maltratados por las miles de pisadas sobre superficie rocosa e hirviente.

Mis jóvenes amigos me esperan con vítores. Hasta premios se llevaron. Ellos pertenecen a las GRANDES LIGAS.

Es hora de descansar. Amanezco en Chichiriviche de la Costa en la posada de Maribel (José Gregorio Hernández … ¿casualidad?).

Juan Miguel Mayora; amigo de la casa me conduce hasta unas aguas termales y la poza de los lugareños.

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Ahora me encuentro frente al mar, saboreando el cazón de una empanada, con una cervecita helada, bajo el mismo sol pero ligero de equipaje.

Me siento orgulloso. Al llegar me decía BASTA Gerardo. Ahora no estoy seguro. Buscaré otros retos para que continúen las historias.

 

gAt